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Celiaquía y su relación con la intolerancia a la lactosa

Si recientemente te han diagnosticado enfermedad celíaca y, a pesar de eliminar el gluten de tu dieta, sigues presentando molestias digestivas, es posible que la lactosa también te esté causando problemas. Esto ocurre porque algunas personas celíacas desarrollan intolerancia a la lactosa.

Pero ¿por qué sucede esto y qué se puede hacer al respecto? Aquí te lo explicamos de forma sencilla.

La intolerancia a la lactosa es un trastorno en el que el intestino no puede digerir correctamente la lactosa, el azúcar presente en la leche y sus derivados. Esto se debe a la deficiencia de lactasa, una enzima producida en el intestino delgado, encargada de descomponer la lactosa en azúcares más simples que el cuerpo puede absorber.

Cuando falta esta enzima, la lactosa llega intacta al intestino grueso, donde las bacterias de la microbiota la fermentan. Este proceso puede provocar molestias como hinchazón, gases y diarrea.

En las personas celíacas, el consumo de gluten desencadena una respuesta autoinmunitaria que daña las vellosidades intestinales. Estas estructuras son fundamentales no solo para absorber nutrientes, sino también para producir lactasa. Por este motivo, cuando el intestino está inflamado o lesionado, la producción de lactasa disminuye, lo que puede provocar una intolerancia a la lactosa, ya sea temporal o permanente.

Los síntomas de la intolerancia a la lactosa pueden ser muy similares a los de la celiaquía, por lo que muchas veces se confunden. Algunos de los más frecuentes son:

  • Hinchazón y gases
  • Dolor abdominal
  • Diarrea
  • Náuseas
  • Sensación de pesadez después de consumir productos lácteos

Si, a pesar de llevar correctamente una dieta sin gluten, sigues experimentando estos síntomas, podrías estar lidiando con una intolerancia a la lactosa.

La buena noticia es que, en muchos casos, la intolerancia a la lactosa en personas celíacas es temporal. A medida que el intestino se recupera gracias a la dieta sin gluten, las vellosidades pueden regenerarse y volver a producir lactasa. Esto significa que algunas personas pueden volver a consumir lácteos con el tiempo sin problemas.

  • Elimina los lácteos: Elige versiones sin lactosa o bebidas vegetales certificadas sin gluten, como leche de almendra, coco o avena.
  • Consulta a un médico o nutricionista: Un especialista puede ayudarte a ajustar tu dieta y asegurarte de obtener suficiente calcio y vitamina D. Además, podrá indicarte si es posible que reintroduzcas la lactosa en tu dieta.
  • Cuida tu intestino: Mantén una alimentación equilibrada con alimentos ricos en fibra, probióticos y nutrientes esenciales para favorecer la recuperación intestinal.

Si experimentas molestias a pesar de seguir una dieta sin gluten, es fundamental acudir a un especialista. Es importante confirmar que estás cumpliendo adecuadamente con la dieta y, además, valorar de la mano de un profesional si existen otras posibles causas o patologías asociadas.

La orientación médica es clave para evitar autodiagnósticos y mejorar tu calidad de vida de forma segura.

La relación entre la enfermedad celíaca y la intolerancia a la lactosa es habitual, pero eso no significa que debas eliminar los lácteos para siempre. Consultar con un profesional de la salud y seguir una dieta sin gluten estricta son claves para sentirte mejor.

¡Tú intestino te lo agradecerá!

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