A partir de los 4-6 meses de edad se produce uno de los cambios más importantes en la alimentación de los bebés, ya que comienza una nueva etapa donde la leche materna debe ser complementada por la ingesta de otros alimentos. Este nuevo hábito se conoce como alimentación complementaria.
Debe aclararse que la fecha inicial de 4 meses es orientativa y que, dependiendo del bebé, podría tardar más tiempo en tolerar los nuevos alimentos complementarios a su lactancia, por lo que nunca debemos obligarle si no estamos seguros de que esté preparado para ello. El rechazo a la primera cucharada es de lo más habitual.
¿Por dónde empezar?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere* que la alimentación complementaria debe ser suficiente, lo cual significa que los alimentos deben tener una consistencia y variedad adecuadas, y que deben administrarse en las cantidades y frecuencias apropiadas. Sin olvidar que seguirá siendo necesaria la ingesta de, al menos, 500 ml de leche diaria.
Para cumplir con ello, seguiremos solo una norma: ofrecer los alimentos de uno en uno. De esta forma será más fácil incrementar el nivel de tolerancia del bebé ante nuevas texturas y sabores. Los alimentos más recurrentes para comenzar con la alimentación complementaria son los cereales, las frutas y las hortalizas. A los 4-6 meses, el organismo de un bebé está preparado para digerirlas, y son una buena opción para ofrecérselas trituradas en forma de papillas o purés.
¿Qué riesgos existen cuando cocinamos para nuestro bebé?
A medida que los bebés vayan familiarizándose con su nueva alimentación, iremos incorporando y mezclando nuevos alimentos. Los purés y las papillas son un ejemplo recurrente en la alimentación complementaria, y los preparamos desde tiempos inmemoriales, pero… ¿conocemos realmente los riesgos que surgen al preparar en casa este tipo de alimentos para nuestros bebés?
La OMS nos alerta de la importancia de la higiene durante todo el proceso de elaboración de las nuevas comidas. Los alimentos deben prepararse y administrarse en condiciones seguras, es decir, reduciendo al mínimo el riesgo de contaminación por microorganismos patógenos. Una buena opción preventiva es cocinar todo al vapor.
A la falta de higiene en el proceso, suelen sumarse una serie de errores frecuentes:
– Escasez de nutrientes. Los padres tienen tendencia a introducir los mismos alimentos en las comidas, algo que puede dar lugar a un déficit de nutrientes. La variedad es clave en la alimentación de los bebés.
– Cantidades equívocas. De igual forma, los padres tienden a introducir una cantidad de nutrientes mayor a la necesaria, lo que puede originar en un exceso de calorías, proteínas o lípidos, con los posibles riesgos para el bienestar del bebé.
– Añadir sal y azúcar en exceso. La sal y el azúcar están presentes en la mayoría de los alimentos, por lo que deben evitarse o añadirse con mucha precaución. Un exceso de sal puede ocasionar problemas de tensión arterial, así como un exceso de azúcar puede dar lugar a problemas de caries, o crear dependencia en los bebés al sabor dulce.
¿Por qué elegir las Papillas Nutribén® Sin Gluten?
Las papillas Nutribén® sin gluten son papillas instantáneas de cereales destinadas para niños a partir del 4º mes. Las papillas Nutriben® se desarrollan con un proceso productivo natural, sin procesos químicos, conservando el sabor original de los cereales, produciendo menos azúcares y garantizando un espesamiento rápido de forma que no hay que añadir exceso de producto, evitando la sobrealimentación del bebé. Las papillas Nutriben® sin gluten son las únicas avaladas por la FACE y además no contienen aceite de palma ni trazas de leche. Además, proporcionan una alimentación completa y equilibrada y con los máximos estándares de seguridad**.
Por último, Nutribén® dispone de la papilla de inicio al gluten, la única del mercado, Especialmente diseñada para la introducción gradual del gluten en la dieta del bebe.
* http://www.who.int/nutrition/topics/complementary_feeding/es/
** Según Real Decreto 490/1998.
*** Publicación patrocinada por Nutribén