Cuando pensamos en la enfermedad celiaca, lo primero que nos suele venir a la mente son los problemas digestivos: dolor abdominal, diarrea, gases o pérdida de peso. Sin embargo, esta patología autoinmune que afecta principalmente al intestino delgado puede ir mucho más allá del aparato digestivo. Entre sus manifestaciones menos conocidas se encuentra su conexión con trastornos que afectan a la visión. Aunque la vista no está en el centro de la definición clásica de la enfermedad celiaca, nuestros ojos pueden ser un espejo de lo que sucede en el resto del cuerpo.
Un breve repaso: qué es la enfermedad celiaca
La enfermedad celiaca es una patología autoinmune desencadenada por la ingesta de gluten en personas genéticamente predispuestas. Al entrar en contacto con el gluten, el sistema inmunitario reacciona contra el propio organismo, dañando las vellosidades intestinales que son esenciales para absorber los nutrientes.
El problema es que esta inflamación crónica no se limita al intestino: la respuesta inmunitaria y la malabsorción de vitaminas y minerales pueden afectar a múltiples órganos y tejidos, incluidos los ojos.
El vínculo entre intestino y ojos
Aunque pueda parecer sorprendente, existe una conexión fisiológica:
- Deficiencias nutricionales → El daño intestinal reduce la absorción de vitaminas liposolubles (A, D, E, K) y minerales como el zinc. La vitamina A, por ejemplo, es clave para mantener la salud de la retina y la córnea.
- Inflamación sistémica → En la enfermedad celiaca activa, la inflamación no se queda confinada en el intestino. Moléculas inflamatorias circulan por todo el organismo, afectando incluso a estructuras delicadas como la retina.
- Procesos autoinmunes asociados → La celiaquía suele coexistir con otras enfermedades autoinmunes (tiroiditis, diabetes tipo 1, uveítis), algunas de las cuales tienen manifestaciones oculares directas.
Trastornos oculares más frecuentes en la enfermedad celiaca
Los estudios clínicos han identificado varios problemas oculares que pueden aparecer con mayor frecuencia en personas celiacas, especialmente si no siguen estrictamente una dieta sin gluten:
- Xeroftalmía (ojo seco por déficit de vitamina A): la falta de vitamina A compromete la producción de lágrimas y la integridad de la córnea, generando sequedad, irritación e incluso riesgo de ulceraciones en casos graves.
- Retinopatía y alteraciones vasculares retinianas: algunos pacientes presentan cambios en la vascularización retiniana, probablemente relacionados con procesos inflamatorios crónicos o deficiencias nutricionales prolongadas.
- Uveítis: la uveítis es la inflamación de la úvea (capa media del ojo) y puede asociarse a distintas enfermedades autoinmunes, incluida la celiaquía. Sus síntomas incluyen dolor ocular, visión borrosa y sensibilidad a la luz.
- Cataratas precoces: aunque no es exclusiva de la celiaquía, una absorción deficiente de antioxidantes y vitaminas podría contribuir a una aparición más temprana.
- Neuropatía óptica: de forma menos frecuente, se han documentado casos de afectación del nervio óptico, posiblemente relacionados con deficiencias de vitamina B12 o con fenómenos autoinmunes.
¿Y si ya sigo la dieta sin gluten?
La buena noticia es que muchas de estas complicaciones oculares mejoran o se previenen si el diagnóstico se realiza a tiempo y la persona sigue una dieta sin gluten estricta. Esto no solo detiene el daño intestinal, sino que favorece la recuperación de la absorción de nutrientes esenciales para la salud ocular.
Sin embargo, si la enfermedad se diagnostica tarde, algunas secuelas —como cicatrices corneales o daños en el nervio óptico— pueden ser permanentes. De ahí la importancia de la detección precoz y del seguimiento multidisciplinar que incluya revisiones oftalmológicas periódicas.
La importancia del trabajo en equipo médico
El abordaje de la enfermedad celiaca no debería quedarse en la consulta de gastroenterología. Idealmente, un paciente recién diagnosticado debería recibir también una evaluación oftalmológica, especialmente si presenta síntomas como:
- Visión borrosa o fluctuante
- Sensación persistente de arenilla o sequedad ocular
- Fotofobia (molestia intensa ante la luz)
- Dolor ocular no explicado
- Pérdida parcial o súbita de visión
Este enfoque preventivo permitiría detectar complicaciones tempranas y tratarlas antes de que comprometan de forma irreversible la visión.
En resumen
La enfermedad celiaca es una patología autoinmune con manifestaciones multisistémicas que pueden alcanzar órganos tan sensibles como los ojos. El intestino y la visión están más conectados de lo que pensamos, y un déficit nutricional o una inflamación crónica pueden dejar su huella en la salud ocular.
Para las personas con celiaquía, cuidar la dieta, realizar controles médicos periódicos y no olvidar la revisión oftalmológica es invertir en algo tan valioso como la capacidad de seguir viendo el mundo con claridad.